1. El me ha revelado mi gran necesidad. Por medio de la Palabra de Dios, y su Santo Espíritu, me ha convencido de que yo estaba perdido y era un pecador culpable (Juan 16:7–11; Romanos 3:9–20). Mis pecados eran muchos (Lucas 7:47), y descubrí que aún por el mas pequeño de ellos ya merecía la muerte eterna (Santiago 2:10), y el lago de fuego (Apocalipsis 21:8). La Palabra de Dios me convenció que “cualquier cosa” que tuviera la más ligera mancha
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